martes, 5 de junio de 2007

Aprendiendo de la infancia III


"Yo detestaba de niño aquellas siestas inertes porque no sabíamos qué hacer. Callénse, que estamos durmiendo, susurraban los durmientes sin despertar. Los almacenes, las oficinas públicas, las escuelas, se cerraban desde las doce y no volvían a abrirse hasta poco antes de las tres. El interior de las casas quedaba flotando en un limbo sin sopor. En algunas era tan insoportable que colgaban las hamacas en el patio o recostaban taburetes a la sombra de los almendros y dormían sentados en plena calle. Sólo permanecían abiertos el hotel frente a la estación, su cantina y su salón de billar, y la oficina del telégrafo detrás de la iglesia. Todo era idéntico a los recuerdos, pero más reducido y pobre, y arrasado por un ventarrón de fatalidad: las mismas casas carcomidas, los techos de cinc perforados por el óxido, el camellón con los escombros de las bancas de granito y los almendros tristes, y todo transfigurado por aquel polvo invisible y ardiente que engañaba la vista y calcinaba la piel. El paraiso privado de la compañía bananera, al otro lado la vía férrea, ya sin la cerca de alambre electrificado, era un basto matorral sin palmeras, con las casas destruidas entre amapolas y los escombros del hospital incendiado. No había una puerta, una grieta de un muro, un rastro humano que no tuviera dentro de mí una resonacia sobrenatural."
Gabriel García Márquez "Vivir para contarla"


Este fragmento cuenta la visión de García Marquéz de su pueblo de la infancia, cuando vuelve de jóven junto a su madre a vender la casa en la que pasó aquellos años...

Las siestas de mi infancia estuvieron cargadas de disfraces, de juegos de té, de triciclos al sol, de muñecas, de hacer como sí, de cuadernos y lápices, de tizas y pizarrones, de hermana, de mucha hermana, de "shhhh, no hagan barullo" ( cuando estábamos en el campo). De lavadero que era aula, casita, pesebre y palacio. De secretos de escalera, de dulces robados, de armar todo y que total después no jugamos, de despedidas cotidianas, de risas y peleas, de alguna que otra enojada, de mieditos y Solapa...
Adoro esos recuerdos, los recuerdos de mi infancia

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Amo las historias de la infancia... estoy segura que nuestra infancia es la que nos forman como persona...
Que linda infancia debes haber tenido para ser la hermosa persona que sos!!!
Muchos besos y seguimos en camino!!!!!!

Fer dijo...

Yo también las amo, me encantan y las disfruto mucho Belu...
Yo creo que la infancia es un momento muy importante de la vida, pero no creo que nos determine, eso si que no.
Tengo muchos recuerdos lindos de aquellos días amiga.
Gracias por tus palabras y muchos besotes para vos! :) y gracias también por seguir acompañándome en este camino!

Alejandra Dening dijo...

A ver... recuerdo de mis siestas de infancia, sentar a todas mis muñecas en la escalera y enseñarles frente al pizarrón cómo era una a, una e, una i, una o y una u.
Me gustaría transformarme en muñeca y viajar en el tiempo, para ver cómo me veía en ese entonces.

Gracias por acercarnos al camino de los bellos recuerdos!

JuanMa dijo...

¿Habéis vuelto alguna vez al lugar de vuestra infancia?
Yo sí, y resulta todo muy pequeño. A mí me resultó un poco triste (no desagradable, sino nostálgico).

Besos Fer. Me han encantado tus recuerdos...

Fer dijo...

De nada Ale! es un placer... Me encantaría poder espiar tus clases en la escalera ;)... Mirá todas las cosas lindas que haces hoy con las vocales!!! un besito

JuanMa, yo vuelvo siempre a algunos de mis escenarios de infancia, por ejemplo la casa de mis padres. La verdad que como nunca dejé de ir ahí no veo muchos cambios, sí siento muchísimas nostalgias porque muchas habitaciones han cambiado, muebles y colores que ya no son los de entonces... El lavadero de mis juegos es como un lugar sagrado y no precisamente porque me guste lavar la ropa jaja :D besotes

Carolina dijo...

Hermanilla!!!!
que buenos recuerdos sobre todo ese de armar todos los castillos y las casas de los "muñequitos chiquitos" y luego a desrmar porque ya no teníamos ganas...jajajajjaaj y la Solapa...¿te acordás de la casa de calle Santiago de Chile? ¿te acordás como te asustaba yo con la Solapa que pasaba por delante de la casa haciendo sombra en la ventana? Solapa que no era más que la sombra de los camiones que pasaban rosando los árboles...jajjaja perdón hermanita pero me encantaba...jajajajj

LlunA dijo...

Qué tiempos aquellos en los que éramos niños...y hay cosas que no debemos perder, no debemos perder cierta inocencia, cierta ternura...

Pasé mi infancia entre Madrid y Barcelona y aún recuerdo muuuuchos detalles de aquel entonces...qué diferente era todo...

Anónimo dijo...

Saludos, Fer. Gracias por visitarme. Ya vendré con más tiempo.

Un abrazo de Chile

Anónimo dijo...

q lindo es recordar la infancia, con respecto al comentariode juanma. me pasa lo mismo (supongo que a todos)

cuando volvemos a un lugar de nuestra infancia, parece muuucho mas chiquito.

gracias por pasarte fer!

pasare por aca mas seguido.

suerte!

Adriano dijo...

Un grande Gabo y su inconmensurable destreza para retratar la realidad latinoamericana de su tiempo, incluida la propia.

De mis infancias recuerdo los silencios y las soledades. También lo tedioso que me resultaba ir a misa o a la escuela. Pero siempre esperé con enorme devoción la llegada del fin de semana. Creo que eso no se cambia, ja ja. Un beso!

Fer dijo...

Caro, sí la verdad hermana que esos recuerdos son geniales... Y de la Solapa en la calle santiago de chile me acuerdo jejeje, que mala! nunca me habías contado que eran los camiones! Sabés qué creo? a vos siempre te encantó dormir la siesta cosa que yo detestaba, y quería convencerte para que te quedaras a jugar conmigo, pero bue, a veces tu cuento de la Solapa funcionaba y me iba a acostar con vos, pero te confieso que no dormía nada, me quedaba mirando la sombra en la ventana ;) Sos terrible! pero yo también me hice las mil y una jaja

Fer dijo...

Lluna, me sumo a lo de conservar cierta inocencia y cierta ternura :)

Gracias por pasar Café-café, aunque sea a las corridas. Te espero con más tiempo y nos tomamos un cafecito, dale?

Es verdad Cristian, muchos dicen eso. A mí me pasa con el patio de mi colegio, me parecía gigante y no lo es jaja. Te espero y te sigo leyendo ;)

Adrianófanes, coincido con tus apreciaciones sobre Gabo. T
También me resultaba tedioso ir a la escuela, no entendía por qué era obligación ir, me enojaba mucho jaja... Que sigas disfrutando de los fines de semana, y a propósito que tengas buen finde ;)

Gracias a todos por pasar y por contar parte de sus recuerdos, lo valoro mucho, besos!