domingo, 14 de octubre de 2007

...esa parte de nosotros que allí queda nos llama cada tanto...

Variaciones sobre el olvido

El pasado es siempre una morada. Cuando nos mudamos al presente, a veces alimentamos la ilusión de que cerrando aquella casa con tres candados (digamos perdón, la ingratitud o el simple olvido) nos vamos a ver libres de ella para siempre. Sin embargo, no podemos evitar que una parte de nosotros quede allí, coleccionando goces o rencores, transmutando los momificados hechos, en delirios, visiones o pesadillas. Esa parte de nosotros que allí queda nos llama cada tanto, nos hace señales, nos refresca viejas primicias, y todo ello porque es la primera en saber que no nos conviene abandonarla, hacer de cuenta que nunca existió. El olvido es, antes que nada, aquello que queremos olvidar, pero nunca ha sido factor de avance. No podremos llegar a ser vanguardia de nada ni de nadie, ni siquiera de nosotros mismos, si irresponsablemente decidimos que el pasado no existe.


El amnésico y el olvidador

Hay una diferencia sustancial entre el amnésico y el olvidador, y entre este y el olvidadizo, que es apenas un precandidato a olvidador. El amnésico ha sufrido una amputación (a veces traumática) del pasado; el olvidador se lo amputa voluntariamente, como esos reclutas que se seccionan un dedo para ser eximidos del servicio militar. El olvidador no olvida porque si, sino por algo, que puede ser culpa o disculpa, pretexto o mala conciencia, pero que siempre es evasión, huida, escape de la responsabilidad. No obstante, el olvidador nunca olvida su objetivo, que es encerrar el pasado (cual si se tratara de desechos nucleares) en un espacio inviolable. El pasado siempre encuentra un modo de abrir la tapa del cofre y asomar su rostro. El amnésico hace a menudo denodados esfuerzos para recuperar su pasado, y a veces lo consigue; el olvidador hace esfuerzos, igualmente denodados, por desprenderse del mismo, pero solo cosecha frustración, ya que nunca logra el pleno olvido. El pasado siempre alcanza a quien reniega de el, ya sea infiltrándose en signos o en gestos, en canciones o pesadillas.

Mario Benedetti

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando vi la peli "Memento" vi reflejada a la sociedad actual; yo, al amnésico, olvidador y olvidadizo, añadiría el borrador de memorias ajenas. Ese es el peor y lo malo es que suelen tener el poder.
Salud!

Fer dijo...

Tenés razón Juan, son tremendos, pero a pesar de todo la memoria triunfa y luchando se hace oir... salud!

LlunA dijo...

Increible Benedetti...

El olvido en realidad no existe...omitimos cosas, se nos escapan otras, escondemos algunas y otras tantas no queremos recordar. Pero olvidar olvidar, creo que no olvidamos nunca...

Un besote

Fer dijo...

Así es amiga Lluna, yo pienso que tampoco se olvida, y después de todo eso es bueno, más allá de que existan recuerdos que no son buenos, son parte de uno también y está bien que así sea... besotes

@Igna-Nachodenoche dijo...

Hay echos que jamás se olvidan a no ser que hablemos de anmesia enfermiza, y aún así habría que demostrarlo.

Un abrazo.

Fer dijo...

Concuerdo con vos Ignacio... saluditos

santamaria dijo...

Vaya, cambio de look, me gusta!Un abrazo.

angélica beatriz dijo...

Mi niña linda,

¿Cambiaste los muebles de tu hermosa casita? La veo diferente... Más bella :-)

Benedetti... Maestro del lenguaje del alma...

Como si el pasado fuera un baúl constante de luces artificiales, que estallan al pasar por él...

Gracias mi Fer querida.

Te quiero mucho.

Mil besitos.

Anónimo dijo...

A mí me sigue sorprendiendo lo selectivo de la memoria.
Olvidar lo negativo, guardar los recuerdos gratos...

Un abrazo!

Fer dijo...

:) gracias Santamaría, otro abrazo

Así es Angélica andamos de cambios... Me gustó tu ocurrencias de las luces artificiales. gracias por tus palabras siempre tan afectuosas. Un beso grande!

Botón en realidad no los olvidamos, de algún modo están presentes, solo que los recuerdos negativos no lo están de la misma forma que los gratos... Besos